domingo, 24 de mayo de 2015

Escombros y desintegración

Cuando por fin conseguí recobrar el conocimiento, lo único que fui capaz de percibir fue ese olor a desintegración en el ambiente. Me encontraba tirada en el suelo, la ropa raída y la cara empolvada. Me costaba abrir los ojos a causa de la suciedad y la contaminación que me envolvía.

Desorientada y asustada, una lágrima fría y húmeda resbalaba por mi cara. Me pesaba cada parte de mi cuerpo, me dolía cada centímetro de piel.


El humo, que trocaba los cuerpos en sombras grises, no dejaba ver los escombros de las casas derrumbadas ni tampoco los cuerpos de aquellos que corrieron peor suerte que yo. Occisos y putrefactos, se mostraban ante mis ojos, acelerando mi corazón, aumentando a cada segundo el miedo que sentía en aquel momento.


Deseaba que mis sentidos fallasen, que el rojo de mis manos no fuese sangre y que mi boca no supiese a polvo. Sin embargo, tras varias horas lo comprendí, todo había desaparecido, todo estaba desintegrado y yo, por suerte o por desgracia, era la única superviviente.

No hay comentarios:

Publicar un comentario