lunes, 8 de junio de 2015

El villano

Tras 16 años de espera, por fin cumplió su sueño. Tras destruir todo el mundo, se secó el sudor de la frente y escupió sobre los escombros, miró a su alrededor orgulloso del resultado y tras admirar nuevamente la escena, expelió una fuerte carcajada y continuó su camino, en silencio, pues decía, no quería molestar a nadie.

domingo, 24 de mayo de 2015

Escombros y desintegración

Cuando por fin conseguí recobrar el conocimiento, lo único que fui capaz de percibir fue ese olor a desintegración en el ambiente. Me encontraba tirada en el suelo, la ropa raída y la cara empolvada. Me costaba abrir los ojos a causa de la suciedad y la contaminación que me envolvía.

Desorientada y asustada, una lágrima fría y húmeda resbalaba por mi cara. Me pesaba cada parte de mi cuerpo, me dolía cada centímetro de piel.


El humo, que trocaba los cuerpos en sombras grises, no dejaba ver los escombros de las casas derrumbadas ni tampoco los cuerpos de aquellos que corrieron peor suerte que yo. Occisos y putrefactos, se mostraban ante mis ojos, acelerando mi corazón, aumentando a cada segundo el miedo que sentía en aquel momento.


Deseaba que mis sentidos fallasen, que el rojo de mis manos no fuese sangre y que mi boca no supiese a polvo. Sin embargo, tras varias horas lo comprendí, todo había desaparecido, todo estaba desintegrado y yo, por suerte o por desgracia, era la única superviviente.

jueves, 21 de mayo de 2015

Cuando te llamo

Si dijese que no sigo llamándote, mentiría, te llamo constantemente, a gritos, en voz baja, y aunque suene algo contradictorio, te llamo en silencio.

Te llamo incluso cuando no debería hacerlo, creando esperanzas en mí misma, pensando que en una de mis múltiples llamadas, quizá por error, respondas y quizá, si el tiempo nos lo permite, me escuches todo aquello que quiero decirte y que no me atrevo.


Muda, absorta, pálida y callada cada vez que te miro, te miro y tú sin embargo, no me miras.

martes, 19 de mayo de 2015

Apariencias


Estaba apoyada en la barandilla del mirador exhausta mientras con
mucha paciencia recorría su cuello, dudaba sobre si lo correcto hubiese sido
evitarlo o dejar que se deslizase lenta y deliberadamente hasta su pecho.
Cada vez que la tocaba se pegaba más y más a su cuerpo estremeciéndose más y más a cada momento. No era la primera vez que sentía esto, casi siempre se encontraba desprevenida imposibilitándole evitar la situación, ya vivida antes, el invierno pasado también sintió su presencia pero aun así, ella sin saber cómo atajar ese momento. Segundos después, la misma sensación en sus labios, pero esta vez más rápido y más fuerte, con tanta fuerza que incluso se podría decir que le hacía daño. Tuvo que retraerse y acabar con la situación.


La lluvia había empapado su cara, sus manos y el frío calaba su cuerpo.